Capítulo 275
Capítulo 275
Capítulo 275
«¿Por qué todos los hombres son así, compensando solo cuando ya se aprovecharon de la otra persona? pensó Anastasia de repente.
La historia le hizo acordarse de la noche en que abusaron de ella. Mientras estaba hincada al lado del sillón, llena de agonía, el bastardo hizo lo mismo: pareció que se quitó su reloj y se lo entregó a ella. En ese momento, ella estaba tan consumida por la ira y el dolor que solo golpeó su mano y salió corriendo de ahí.
Si hubiera tenido la fuerza, no hubiera dudado en tomar el cuchillo del plato de la fruta y lo hubiera matado o, si no poơia, al menos se hubiera asegurado de que él no pudiese involucrarse en más actividades sexuales en el futuro y que tampoco pudiese tener descendencia por el resto de su vida. Pese a todo, después de haber sido violada, lo único que tenía en su mente era en encontrar a Helen y asegurarse de que ella estuviese bien, por lo que fue una gran ironia descubrir que ella planeó todo su sufrimiento.
—¿En qué estás pensando? —preguntó Elias, preocupado al notar que la expresión de Anastasia se había vuelto seria y parecia estar perdida en sus pensamientos. ConTEent bel0ngs to Nôv(e)lD/rama(.)Org .
-Así que, ella te dejó con un hermoso recuerdo, ino es así? Han pasado cinco años y tú todavía la sigues buscando -dijo Anastasia, tratando de sonar sarcástica.
El se quedó sin palabras, puesto que ella tenía razón. De hecho, no había dejado de recordar en esos cinco años esa noche y la mujer que lloró debajo de él. No obstante, él no había vuelto a pensar en eso desde que encontró a Helen. Aunque lo hiciera, no podía conectarla con lo que ocurrió en aquel entonces. Ella le daba una sensación distinta por completo de lo que recordaba
OC
– ¿Te molesta lo que pasó entre Helen y yo? -Su voz estaba tensa, como si tuviera miedo de algo.
-¡Claro que no!
Ella se acomodó su pelo ante eso para revelar su cara alegre y sonriente. Aparte, ¿por qué le molestaría eso? Ella solo quería conocer la verdad.
– Anastasia, no puedo cambiar el pasado y tampoco te preocupes por el mio cuando nosotros tenemos un futuro juntos. —Elias frunció sus cejas y su mirada estaba tensa bajo su escrutinio.
Era obvio que estaba nervioso en ese momento.
-Es cierto: hay cosas que no pueden ser cambiadas. Ya es tarde. Ve a dormir, presidente Palomares.
Ella había experimentado lo mismo en el pasado, asi que estaba muy consciente de que el tiempo no podía regresarse y solo podía aceptar lo que sucedió. Después de eso, se puso de pie y se dirigió a su cuarto, pero el hombre en sillón la bloqueó con su pierna. Sus grandes manos presionaron contra sus hombros para girarla hacia él. Ella se tambaleó en su abrazo. Seguía mareada por el alcohol, pero sentía que debía alejarlo de ella.
-¡No hagas esto, Elías!
-Esto te molesta. ¿No es solo que no quieres admitirlo? -declaró con su mirada enfocada en ella, haciendo imposible que huyera, lo que la sorprendió.
-Déjame ir, Elías, y para de actuar de manera irrazonable.
-¿Yo soy el que está siendo irrazonable o eres tú quien no está dispuesta aceptar tus verdaderos sentimientos? Es obvio que me quieres, pero te rehúsas a admitirlo.
Él quería exponer lo que ella en verdad pensaba, forzarla a encarar sus verdaderos sentimientos, pero ella ya no era una niña joven e inocente. Sabía muy bien que solo podía enfrentar aquello que no podía ser evitado con calma. Levantó su cabeza y lo miró directo a los ojos.
– Presidente Palomares, yo soy quien mejor sabe si te quiero o no. Si quieres saber la verdad…
-No me hagas esto –interrumpió sin reparo porque sabía que su tan ansiada verdad no era más que una mentira.
– Presidente Palomares, creo que entendiste mal. Pero ella continuó con normalidad. – No estoy segura de lo que hice para que te sintieras así, pero malentendiste algo. Tienes una posición muy importante y también eres mi jefe. Mi gratitud y admiración por todo lo que has hecho por mí son tuyas, pero eso no es amor. Por favor, deja de confundirlos.
«iEsta mujer está mintiendo tan abiertamente, aunque lo diga con tanta firmeza y confianza!».
Elías estaba enfurecido por esto. Su cuerpo se tensó y ahora era como una bestia atrapada. Casi se volvió loco por reprimir sus emociones, aun teniendo una necesidad desesperada por desahogar lo que sentía.