Capítulo 240
Capítulo 240
La expresion de Evrie cambio de repente. El realmente tenia otro taller, jy estaba al otro lado del océano en Africa! Si se alejaba de América, tendria atin menos esperanzas de escapar.
Con los labios apretados y el corazén latiendo fuera de control, Evrie no se atrevia a mostrar ni el mas minimo signo de debilidad.
Leandro la observaba con una mirada distante como si nada, y luego dijo casualmente:
—Farel te ha estado buscando por todas partes, casi revuelca todo Brasil para encontrarte. Parece que de verdad se ha enamorado de ti, qué lastima...—
Leandro acaricié la cara de Evrie, con un tono ligeramente triunfante: —Esta vez, el ganador soy yo.—
Evrie se qued6 inmévil.
Sus ojos se enrojecieron en un instante.
El habia venido a buscarla.
Realmente habia venido.
—gEn qué tanto piensas que estas tan distraida?— Leandro tomo su barbilla, con una sonrisa fria en la comisura de los labios. — Todavia esperas que Farel te rescate estando frente a mi?—
Evrie mordio su labio, y con una voz era ronca, dijo: —No.—
Sus palabras, por supuesto, Leandro no las creia. Pero estaba demasiado perezoso para desmentirla.
Retiro su mano despreocupadamente y sacé una llave del bolsillo para desbloquear la cadena de hierro alrededor del cuello de Evrie.
Luego la levanto y salid del sdtano con pasos largos. Evrie tenia los ojos vendados y no podia ver nada.
Recordaba vagamente que habian caminado mucho, y luego habian subido en un ascensor después de muchas vueltas.copy right hot novel pubTêxt belongs to NôvelDrama.Org.
Cuando recupers la vista, se encontraba en una suite lujosamente decorada, con paredes doradas brillantes, un sofa de cuero y una cama de estilo europeo.
Leandro la dejé en el bafio y casualmente abrié la ducha. —Bajiate con cuidado, vamos a emprender el viaje limpios y frescos.— El agua fria caia sobre Evrie y ella se estremecia instintivamente.
Habia estado encerrada en un sotano durante tres dias, un lugar oscuro y himedo, con un olor nauseabundo, sentia que todo su Cuerpo se enmohecia.
Evrie no se atrevia a resistirse, cerrd la puerta del bafio con llave y se duché lo mas rapido que pudo.
Después de ducharse, su ropa también estaba empapada y no podia ponérsela.
Busco durante un buen rato y encontré un albornoz en el armario del bafio, se envolvid bien y salid cautelosamente del bafio. Apenas salié, Leandro la presiono contra la puerta.
— Terminaste de bafiarte?— La miraba fijamente, sus intenciones eran mas que evidentes. —zYa paso tu periodo?—
El corazon de Evrie se acelero de repente.
Todo su cuerpo estaba tenso como un hilo.
Trago saliva y sus labios se volvieron un poco palidos: —Me... me siento mareada y me duele el estémago, todavia no puedo.
Evrie desvié la mirada, cambiando silenciosamente de tema. —Tengo hambre, quiero comer algo.—.
—<¢Qué quieres comer?—
—Sopa de pollo, pan, huevos cocidos.—
Leandro levanto una ceja y aceptd rapidamente.
—Esta bien, te complaceré.
Se acercé a la cama, cogié el teléfono de la mesilla y pidid que trajeran la comida.
Evrie agarré el cuello de su albornoz y afiadié: —Y ropa.—
Leandro también lo ordend.
En poco tiempo, alguien llam6 a la puerta, trayendo un montén de comida y un conjunto de ropa de mujer.
Evrie se sent6 en el sofa, comiendo y bebiendo sin cuidado alguno.
Tenia que reponer rapidamente su energia y no permitir que se desmayara de hambre.
Al menos tenia que estar siempre consciente.
Evrie aprovecho esa oportunidad para cambiarse y ponerse ropa limpia.
Luego siguié comiendo para no pasar hambre.
La suite parecia lujosa, pero era como una prision, con la puerta cerrada con llave y las ventanas selladas con alambre. Tampoco se atrevia a usar el teléfono de la mesita de noche.
No habia ninguna oportunidad de escapar.
Evrie sabia que incluso si Leandro no estaba alli, tendria a alguien vigilandola constantemente.
El cielo afuera estaba empezando a aclararse, apenas se podia discernir que era de madrugada.
Evrie simplemente se acosté en la cama, intentando descansar y recuperar energias.
Sin embargo, no se dio cuenta de que bajo ese edificio resplandeciente y dorado, habia un coche discreto estacionado.
—Busquen en todas partes—dijo con una orden cortante.