Capítulo 739
Capítulo 739
Serena y Frida estaban sentadas abajo, y también vieron el momento en que Dorian tomaba la mano de Amelia para subir al escenario.
Aunque no entendia lo que décian sus padres, se alegraba mucho de ver a su papá tomado de la mano con su mamá. En cuanto vio a Dorian y Amelia acercarse, no pudo evitar levantarse de la silla, extendió sus bracitos y gritó feliz hacia ellos:
“Yo también quiero dar la mano.”
Dorian se inclinó para levantarla y luego le dijo a Frida: “Nosotros ya nos vamos, ¿te quedas o te vienes con nosotros?” No olvidaba que Frida había venido para acompañar a Amelia, así que no podía simplemente dejarla ahi. RêAd lat𝙚St chapters at Novel(D)ra/ma.Org Only
Frida sonrió: “¿Por qué me quedaría? Claro que me voy con ustedes.”
Mientras hablaba, se inclino para recoger su chaqueta y su bolso.
“Entonces vámonos.”
Dijo Frida, y empezó a caminar hacia la salida.
Yael, que aún estaba atendiendo a los invitados por Dorian, frunció el ceño al verlos.
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In invitado, curioso, fe preguntó: “Sr. Yael, ¿pasa algo?”
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Yael sonrió hacia él: “No pasa nada.”
Y su mirada volvió a la calma.
Amelia se pércato del sutil cambio en Yael y miró hacia Frida, a punto de decir algo, pero ella ya le había dado una palmadita reconfortante en el hombro: “Mejor resuelvan sus asuntos personales primero.”
Dijo, lanzando una mirada significativa hacia Dorian.
A pesar de que Dorian había anunciado públicamente que Amelia era su esposa, lo cual conmovió a Frida como espectadora, también notó que la declaración de Dorian habia interrumpido otra conversación, llevando un aire de decisión desesperada.
Amelia acababa de descubrir que su relación con Dorian no era lo que ella habia creido, pero aún no habian tenido la oportunidad de hablar profundamente, probablemente se sentia confundida y perdida.
Dorian la miró y dijo: “Te mandaré a la mansión.”
“No hace falta.” Frida respondió rápidamente, “Llegué en mi propio coche, tengo otro compromiso. Adiós.”
Dicho esto, se giró con gracia y se fue, sin mirar atrás, pero su mano seguía saludando mientras se alejaba
Amelia miró hacia Yael.
Yael solo echó un vistazo a Frida antes de retirar su mirada, sin intentar detenerla.
Amelia suspiro interiormente, ambos eran tan cerrados como ostras, imposibles de abrir.
“Vamos a la mansión entonces.”
Dorian dijo en tono tranquilo, cargando a Serena y caminando hacia la salida del evento, sin soltar la mano de Amelia.
Serena, un poco decepcionada, alargo el cuello para mirar hacia la multitud bulliciosa: “¿Ya nos vamos?”
“Hace bastante ruido aqui, y este lugar no es para ti.” Dorian le acarició la cabeza, diciendo, ¿Qué tal si esperamos a ser un poco mayores para volver?
Serena se convenció y asintió con la cabeza, pero su entusiasmo ya había sido despertado por la animación del lugar. Durante el camino a la mansión no dejó de hablar, dejando a Amelia y a Dorian casi sin tiempo para conversar entre ellos. La mayor parte del tiempo la pasaron respondiendo a sus infinitas preguntas.
La paciencia y ternura de Amelia al enfrentarse a la curiosidad de Serena se mostraban sin reservas.
No importaba cuán extrañas o maravillosas fueran las preguntas de Sereno, Amelia siempre encontraba una manera de explicarle de forma que pudiera entender, dejando a Dorian sin oportunidad de intervenir.
El parloteo de Serena no ceso ni siquiera al llegar a la mansión, continuando incluso durante la cena, alternando las preguntas que hacia a Dorian ya Amelia.
Dorian y Amelia, enfrentándose a la curiosidad de Serena por explorar el mundo, satisfacían su interés con igual paciencia y ternura.
Después de la cena, como de costumbre, Dorian llevó primero a Serena para lavarse y luego a secarle el cabello.
La pequeña, quizas por haber jugado demasiado ese dia y estar excesivamente excitada, se quedó dormida mientras le secaban el pelo.
Amelia fue a arreglar su cama, y él la llevó de vuelta a acostarse.
Amelia cuidadosamente la arropó.
Dorian también terminaba de arroparla desde el otro lado de la cobija.
Sus manos ocupadas se rozaron por accidente, lo que los hizo que detuvieran brevemente sus movimientos.
El ambiente se volvió un tanto teriso repentinamente.
Desde que supieron esa noche que llevaban años divorciados, no habian tenido la oportunidad de hablar profundamente sobre el asunto.
Aunque Dorian la habia llevado al escenario con firmeza, anunciando a todos que e divorcio y los sucesos que siguieron aún no habían sido discutidos.
que ella era su esposa, las razones de su
En cuanto al cuidado de Serena, su cooperación habia mejorado significativamente.
Inicialmente, cuando Amelia pensó que aún eran esposos, se entendían sin problemas y sin resentimientos.
Sin embargo, la revelación inoportuna de Carolina hizo que la seguridad de Amelia sobre su estatus como esposa se transformara en vacilación e inseguridad.
“Amelia.” Dorian la miró. “Vamos a conversar al estudio.”
Amelia le devolvió la mirada y asintió levemente: “Vale.”
Luego se levantó y camino hacia el estudio.
Después de acomodar su parte de la cobija, Dorian también se levantó y se dirigió hacia el estudio.
Amelia ya estaba de pie frente al escritorio, pero no se habia sentado, mostrando cierta rigidez.
Al darse cuenta de que ya no era su esposa, su sentido de límites había vuelto inconscientemente.
“Siéntate en el sofá por un momento.” Dijo Dorian. “Voy a traerte un vaso de agua.”
Amelia asintió: “De acuerdo.”
“Relájate, no tienes que estar tan tensa.” Dijo Dorian.
Ella asintió de nuevo: “Está bien.”
Dorian se dio la vuelta para servir el agua.
Amelia intentaba liberarse de la sensación de restricción, exhaló lentamente y finalmente se sentó en el sofá, aunque
aún mantenía una postura bastante formal.
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Al darse cuenta de esto, intentó relajarse, distrayéndose al observar el estudio para disipar ese sentimiento involuntario de restricción.
Rara vez habla entrado a su estúdio.
Aunque habían creido ser esposos esos días, la sensación de extrañeza persistia, y no se había acostumbrado a invadir su espacio personal sin permiso.
Antes, pensaba que era por la sensación de extrañeza y la imponente presencia de Dorian, pero ahora, al darse cuenta
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de que ya no tenían ninguna relación, esa fuerte sensación de limites tenía más sentido.
Estaba bastante confundida.
Los eventos de esa noche, desde que Carolina le reveló que ya llevaba años divorciada de Dorian, hasta que él afirmó firmemente que ella era su esposa, la dejaron perpleja.
Nunca habia imaginado que ya estuvieran divorciados.
Dada su personalidad y la de Dorian, llegar a divorciarse significaba que debía haber conflictos irreconciliables.
No sabia cuáles eran.
La falta de una comunicación profunda le dejaba una sensación de vacío.
Todo lo que Amelia podía hacer era observar el estudio para calmar su agitación
La decoración era sobria y sencilla, con un sofá que podría usarse como cama, un escritorio y una fila completa de estanterías llenas de libros.
A Amelia le gustaba leer, y la vista de los libros la hacia olvidar momentáneamente la tensión por no ser la esposa de Dorian.
Se puso de pie inconscientemente y se acercó a las estanterias, pasando de mirar los libros de arriba a observarlos detenidamente a nivel de los ojos.
Al ver un antiguo libro de diseño arquitectónico algo amarillento y desgastado, no pudo resistirse a sacarlo. Pero no se esperaba que una esquina desgarrada del libro quedara atascada en un cajón cerrado, obligándola a abrirlo.
Un teléfono móvil de color oro rosado con algunos rasguños apareció ante sus ojos.
Sorprendida por la familiaridad del momento, su mano ya había agarrado el teléfono, encendiéndolo.
La pantalla de bloqueo se desactivó al instante tras detectar su rostro.
Amelia se quedó pasmada, sus ojos perdidos fijos en la pantalla del celular, al posarse en el icono de la aplicación de color rosa lila en la esquina inferior derecha, algo poco común, volvió a quedarse paralizada por un momento, y su dedo, como si tuviera voluntad propia, temblaba ligeramente al abrir ese icono.
Una carta llena de texto se desplegaba lentamente ante sus ojos con una música suave de fondo:
*Dorian, espero que al recibir esta carta te encuentres bien.
Ya han pasado dos años desde la última vez que celebré tu cumpleaños. Siempre pensé que quizás nunca nos volveríamos a ver en esta vida, pero parece que, después de dar tantas vueltas, no podemos escapar de nuestro destino.
Realmente, al desplegar esta carta, ciento que tengo muchas cosas que decirte, pero al mismo tiempo, como si no
supiera por dónde empezar.
Slempre ha parecido que hay una cercanía entre nosotros, pero al mismo tiempo, siento como si hubiera montañas. que no podemos cruzar para realmente acercarnos.
Intenté entrar en tu mundo, pero me encontré con que no podia siquiera tocar la puerta. Luego, traté de alejarme del mismo, pero tampoco logré hacerlo…”