El empresario del corazon roto

Chapter 12: Acercándome un poco mas a ella



Chapter 12: Acercándome un poco mas a ella

Suena la alarma, la apago de inmediato, llevo despierto desde hace 10 minutos pero esta vez no fue

por una pesadilla o por insomnio, si no que ayer después de terminar la comida caí rendido y dormí

parte de la tarde y toda la noche, por lo que mi cuerpo se despertó diferente.

Me pongo de pie, voy por la ropa de deporte, me visto y bajo al gym; hoy toca cardio. Me subo a la This is from NôvelDrama.Org.

caminadora y pongo las noticias financieras, las internacionales e internacionales, aunque en mi

mente sólo puedo pensar"Dance, dance, dance, Elita" cantada con su melodiosa voz y me pregunto si

ella en este momento está cantándola en donde quiere que esté.

―¿Es en serio Quentin? ― Me pregunto en voz alta mientras la melodía no me permite

concentrarme.― Sólo es una voz al otro lado del teléfono, no es que sea una amiga, socia o alguien

más cercano.

Sin embargo, debo admitir que es la conocida más cercana que tengo en este momento junto con

Vivianne que aunque sea mi asistente ella es quién me acompaña a todos partes. Me bajo de la

caminadora cuando escucho que las noticias de los espectáculos empiezan y sé que es momento de

regresar. Mientras camino hacia el elevador leo mis correos, los clasifico y los califico pero antes de

subir volteo y saludo a Carlo que está leyendo el periódico por lo que lo tomo por sorpresa.

―¿Si Señor Valois?

―Buenos días.― Repito.

―¡Ah! Sí, buenos días... ― Y se queda de pie frente a mí y me sonríe.

Subo al elevador mientras él me ve, supongo que está esperando a que le dé algún tipo de orden,

pero por ahora no tengo anda qué decirle, es más, nunca he sido el tipo de jefe o persona que da

órdenes a diestra y siniestra, sólo lo necesario.

Entro a mi piso tan solo se abre las puerta del elevador y reviso los mensajes. Debo admitir que me

gustaría ver el nombre de Isa entre ellos pero siempre son de Vivianne, como todas las mañanas.

VIVIANNE

Señor Valois, Buenos días. Le aviso que hoy tiene una reunión con el personal del sector 3 de 11 a

13:00 hrs y una video llamada con el Señor Pablo Del Moral para discutir lo de una inversión y

después la tarde libre.

VIVIANNE

¿Espresso o Latte?

―Otro día más.― Pienso mientras contesto "Enterado" y "Espresso" y suelto el móvil para meterme a

la ducha. Este día toca agua fría, entro y siento como ésta toca toda mi piel y como es que mi cuerpo

reacciona. De pronto me acuerdo del calor que entró a mi cuerpo después de comer la sopa de papa y

verduras y modulo la temperatura del agua, se siente... bien.

Salgo, me enredo la toalla a la altura de la cintura, me arreglo la barba me peino el cabello y voy hacia

mi armario para escoger mi traje. Las telas de color negro, gris y café invaden mi vista «¿siempre

había usado trajes tan obscuros?» Me quedo un momento de pie observando todo a mi alrededor y

después tomo un traje de color azul marino que se encontraba hasta el fondo. Lo combino con una

camisa blanca y unos zapatos café y cinturón del mismo color.

Me visto, me veo frente al espejo y siento que me quitaron cinco años de encima, lo que por un

momento me hace sonreír.

―Te gustaba mucho ese traje, Nadine ¿recuerdas? ― Hablo al aire, lo hago pensando que ella se

encuentra a mi lado y me está viendo. Me acomodo la argolla de matrimonio, el cuello de la camisa y

esta vez no me pongo corbata, no combina con el estilo.

Tomo el móvil y la cartera y antes de salir de mi casa vuelvo a verme en el espejo... hoy me siento

diferente, no sé si fue que dormí mas de ocho horas o que simplemente comí, tal vez esta vez es mi

cuerpo agradeciéndome por haberle considerado un poco más y no sólo con el ejercicio que hago

diario para evitar que mi niveles de ansiedad suban.

Voy a la oficina, mientras estoy en la camioneta siento una pequeña ansiedad, pero no es por qué

empece un ataque de pánico, si no por hablarle a ella. No sé qué decirle, que excusa tener o

simplemente porque me siento un poco ridículo, como joven de bachillerato, nervioso por llamar a esa

persona que poco a poco se hace especial. Ella tiene casi 30, yo tengo 40, diez años de diferencia.

―¿Por qué estoy pensando eso? No tiene nada que ver.― Murmuro.

―¿Señor? ― Pregunto el chofer.

―No, nada... hablo conmigo mismo.

―Pues parece que últimamente lo hace mucho, eso es bueno. ―Responde y lo veo por el espejo

retrovisor y él vuelve a dirigir su mirada al frente.

Pongo su número en la pantalla jugando con la idea de llamarle, pero no lo hago, simplemente me

bajo y camino hacia el edificio, subo el elevador y cuando las puertas se abren Vivianne sonríe.

―Señor Valois, buenos días... se ve, bien.― Habla en un tono inseguro, supongo que sabe que tipo

de respuesta le daré.

―Gracias.

―Su espresso― Y estira la mano y me lo da.

Esta vez me lo llevo a la oficina sin tomar un sorbo, de pronto el amargo espresso no se me antoja así

que lo dejo sobre el escritorio.

―¿Confirmo su junta? y ¿La video llamada? ― Pregunta.

―Sí, confirma todo, gracias.

Prendo el ordenador portátil y la foto de mi familia sale, la acaricio como todas las mañanas.― Buenos

días mi amor, hoy me puse tu traje favorito, todavía me queda.― Le digo y esbozo una leve sonrisa.―

Te soñé hace unos días atrás, te extraño, los extraño...― y acaricio la parte donde están mis hijos.―

Los amo, nunca lo olviden.

Llega por un momento la melancolía esa que todas las mañanas me hace sentir que vivo por vivir y

que solo estoy esperando a que este día pase para darle la bienvenida al siguiente y así hasta que

otro año termine. De pronto, me pongo de pie y veo por el ventanal de mi oficina a todas las personas

que se encuentran en la calle, y ahora fijo mi mirada en las mujeres.

¿Será aquella pelirroja que camina apurada? ¿Esa del cabello negro lacio que apenas puede caminar

con los tacones? ¿O la rubia despampanante que acaba de viajar de ese auto? Antes imaginaba su

voz, ahora imagino cómo será físicamente, y no sé si estos nuevos pensamientos que tengo sean

buenos para la promesa que le hice a mi mujer cuando supe que había fallecido. Le prometí que

jamás me volvería relacionarme con una mujer, ni como amiga, ni como novia, esposa o amante... ni

siquiera veo a mis socias más de dos horas, pero con Isa, creo que he roto un poco mi promesa.

―No es nada malo ¿verdad? ― Pregunto al aire a mi esposa.― Sólo me hace compañía Nadine, a

veces me siento solo y ella me hace compañía, sólo es su voz.

Como siempre no hay respuesta, pero la tranquilidad en mi pecho me hace saber que ella no me lo

reprocha, así que sin dudarlo mucho tomo el móvil y le marco sin más. Ella contesta a los cuatro

tonos.

―Buenos días. Pensé que me llamarías por la tarde.

―Pudo hacerlo si gustas, si no estás ocupada.― Me excuso.

―Como siempre tan educado, está bien, no pasa nada ¿cómo te sientes? ¿mejor?

―Mejor gracias, sólo fue por esta vez, espero no vuelva a suceder.― Respondo y de nuevo viene el

silencio.

―¿Y me llamabas para...?

―¡Ah! sí... yo, te llamaba para saber sí.― En eso veo el espresso.― Para saber si haces desayunos.

―¿Desayunos?

―Sí, bueno, sé que tu servicio cubre comidas pero no sé si desayunos también.

Escucho esa ligera risa del otro lado que me hace sonreír, luego se escucha cómo cambia algo de

lugar y respira.

―Sí, claro... hago desde desayunos, hasta cenas... lo que desees.

―Entonces, después de la muestra gratis de ayer me gustaría contratar tus servicios.

―Para mi defensa, te envíe eso porque quise no por que fueras mi cliente.― Aclara y sé que lo hace

entre sonrisas.

―Lo sé, pero ahora me gustaría contratarlos... dime ¿qué tengo que hacer?

―Pues, necesitas llenar un cuestionario para saber si tiene alergia a alguna comida, tus preferencias y

después te haría un menú de desayuno y...

―¿Qué te parece si hago el cuestionario más al rato? ¿puedo? ― Comento en tono animado.

Ella ríe―Es por correo Quentin, tú lo debes llenar, no es una entrevista.

―¡Ah! Lo siento.

―Además no tengo tiempo, hoy debo hacer muchas cosas pero, ¿te parece si te lo envío y si tienes

dudas me llamas por la tarde?

―Me encantaría.

―Sólo necesito un correo electrónico para...

―quentinv@gmel. com― Digo de inmediato sin dejar que ella termine la frase.

―OK, te llegará en un momento... hasta luego.

―Hasta luego.

Ella corta la llamada y de pronto vuelvo a sentir ese apetito que en cuatro años no había tenido. Me

levanto, tiro el café en la basura y le marco a Vivianne para que entre a la oficina.

―¿Si Señor Valois?― pregunta.

―¿Ya desayunaste?

―No, señor.

―¿Te gustaría ir conmigo? Yo invito.― Pregunto y ella me ve con un rostro de sorpresa.

―¿Es en serio?

―Sí, porqué no... podemos ir a un lugar cercano y regresar a la junta y a la video llamada ¿qué dices?

―Sí, señor, claro... ― Me responde un poco más segura.

―Ok, entonces dime... ¿dónde vamos?

Los dos salimos del edificio y al subirme a la camioneta el correo de Isabel me llega y sonrío al ver que

su empresa se llama "amistosomenu", un nombre que va con su personalidad.

―Le puedo preguntar una cosa señor. ― Me dice Vivianne.

―Dime.

―¿Quién es?

Voleo a verla sorprendido―¿Quién es quién?

―La persona que le mande mensajes.

Supongo que mi cambio de actitud le ha dado a Vivianne la libertad de preguntarme sobre mis

asuntos, pero por más que sea mi asistente no pienso darle mucha información.

―Una nutrióloga, he decidido cambiar unos hábitos antes de que sea demasiado tarde.― Me excuso.

―Me da gusto...Llegamos señor.

Nos bajamos en el mercado de la boquera, uno de los mas famosos que hay ya todo tipo de comida

variada. Llegamos y nos sentamos en una pequeña cafetería y ella pide el menú habitual. Todas las

personas que están a nuestro alrededor nos observan, supongo que es un poco inusual ver a alguien

vestido como yo sentado en un lugar así.

―Este lugar me gusta mucho, vengo a cenar a cada rato con...― Y Vivianne guarda silencio.

Tomo un sorbo a la bebida y sé que ella no me quiso decir porque yo no le respondí lo que me

preguntó.

―Es una chef.― Confieso.

―¿Disculpe?

―Es una chef, se equivocó de número hace unos días y he estado platicando con ella.

―¿Por eso el cambio de vestimenta? ― Se atreve a decir.

―Puede ser...― Contesto relajado.

―Vengo con el asistente del Jefe del piso de marketing... ― Comienzo el final y yo sonrío.

Nos quedamos en silencio por un momento y Vivianne vuelve a hablar.― Me da gusto señor, en

verdad me da gusto por usted.

No respondo nada porque la comida llega a la mesa, un delicioso chocolate con un croissant que

huele a recién hecho, tomo un sorbo y de nuevo recuerdo esa sensación caliente que me recuerda a

la sopa de ayer, acercándome un poco mas a ella.

―¿Todo bien señor? ― Me pregunta Vivianne alegre mientras toma un poco del chocolate.

―Todo bien, Vivianne, todo bien. ― Respondo mientras por primera vez en cuatro años, me siento

tranquilo.


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