Capítulo 2402
Capítulo 2402
Sobreesfuerzo
—De acuerdo —Sigfrido asintió y pronto se dirigió hacia Jaime.
—Hola, inútil. El señor Yura quiere verte en el escenario. Ven conmigo —le dijo.
Jaime esperaba conocer en persona a los líderes de los Ocho Reinos Secretos Mayores, así que siguió a Sigfrido y saltó con elegancia al escenario.
El público se sorprendió al ver lo joven que era Jaime.
—Señor Casas —Casio se levantó de su asiento y se lo ofreció a Jaime.
Como señor de un regimiento de la Secta del Dragón, era natural que tratara a Jaime, su señor, con el máximo respeto.
Además, quería que todos vieran que debían tener en cuenta a los Gabaldón antes de maquinar contra Jaime.
—Gran Anciano, no es necesario. Por favor, permanezca sentado —dijo Jaime, haciendo un gesto con la mano para indicar a Casio que se sentara.
Luego mantuvo la mirada fija en los líderes de los Ocho Reinos Secretos Mayores que tenía ante sí, sin mostrar ningún atisbo de temor o vacilación.
—¿Tú eres Jaime? —preguntó Quirino, mirándole con atención.
—Sí —respondió Jaime con firmeza.
—¿Y vienes del reino mundano? —volvió a preguntar Quirino.
—Sí —respondió Jaime, imperturbable.
Quirino escrutó a Jaime un momento más antes de hablar con un deje de asombro en la voz.
—No puedo creer que hayas conseguido cultivar hasta el nivel de Replicador de Espíritus de Tercer Nivel. Aunque no hayas conseguido recuperar tu energía espiritual, los poderes supresores de las leyes de la naturaleza se han reducido mucho.
Quirino creía que Jaime había alcanzado ese nivel en el reino mundano debido a la reducción de los poderes supresores de las leyes de la naturaleza.
—Señor Yura, ignorémoslo y atengámonos a nuestro horario. Tal vez haya mucha gente esperando para tocar la Campana del Dragón —le dijo Ángel a Quirino.
—De acuerdo —Quirino asintió y se volvió hacia el grupo de jóvenes adultos que estaban detrás de él —. ¿Quién más quiere intentarlo? Contentt bel0ngs to N0ve/lDrâ/ma.O(r)g!
Aislin, que llevaba un velo, se adelantó y exclamó:
—¡Déjame, papá!
—Claro, pero ten cuidado y no te esfuerces demasiado. —Quirino asintió en señal de aprobación.
—Entendido. —Con eso, Aislin saltó por los aires, aterrizó frente al campanario y empujó la puerta de bronce para entrar.
Tardó unos cuarenta minutos en llegar a lo alto del campanario.
Quirino dejó escapar un suspiro de alivio cuando vio que su hija había llegado sana y salva a lo alto de la torre.
Había cambiado las reglas de la ceremonia de la Campana del Dragón de la Conferencia del Reino Secreto para dar a Aislin la oportunidad de tocar la campana.
Aunque requería una cantidad considerable de energía espiritual y suponía un peligro potencial, era un buen entrenamiento.
Aislin respiró hondo cuando llegó a lo alto de la torre, tomó el martillo y golpeó la Campana del Dragón con todas sus fuerzas.
El sonido del martillo al golpear la campana resonó en el aire y un dragón dorado alzó el vuelo.
La multitud estalló en vítores. Nunca pensaron que una chica pudiera golpear la Campana del Dragón.
Llena de confianza, Aislin se aferró al martillo, dispuesta a golpear de nuevo la campana.
Pero esta vez, la campana no sonó. En su lugar, la enorme fuerza de retroceso hizo que Aislin soltara el martillo, y la lanzó por los aires. Incluso tosió sangre en pleno vuelo.
—¡Aislin! —Quirino saltó y la atrapó.
—Papá, estoy bien —le tranquilizó Aislin, limpiándose la sangre de la comisura de los labios.
—Te dije que no te esforzaras demasiado. La fuerza de retroceso de la Campana del Dragón podría haberte matado —regañó Quirino a Aislin, visiblemente molesto.